GASTOS ORDINARIOS Y EXTRAORDINARIOS EN EL CUIDADO DE LOS HIJOS 

Cuando se comparte la custodia de un niño, es importante comprender y establecer claramente los conceptos de gastos ordinarios y extraordinarios. Estos términos se utilizan para determinar cómo se distribuirán los costos relacionados con el cuidado y la crianza del niño entre los padres o tutores.

Los gastos ordinarios se refieren a los gastos regulares y recurrentes necesarios para el bienestar y el desarrollo general del niño. Esto puede incluir alimentos, ropa, educación, atención médica de rutina, transporte, actividades extracurriculares y otros gastos similares. Los gastos ordinarios son responsabilidad de ambos padres y se espera que se compartan equitativamente en función de sus ingresos y capacidad financiera.

En el caso de que la custodia sea monoparental (que recaiga en solo uno de los progenitores), la pensión de alimentos que se recibe del otro progenitor tendrá el objetivo de contribuir con este tipo de gastos ordinarios.

Por otro lado, los gastos extraordinarios son aquellos que surgen de manera ocasional y no son previsibles, pero que son necesarios para el bienestar del niño.

Estos gastos pueden incluir tratamientos médicos especializados, terapia, actividades educativas específicas, viajes escolares, gastos dentales importantes y otros gastos imprevistos relacionados con la salud o el bienestar del niño.

En el caso de los gastos extraordinarios, es común que ambos padres compartan estos costos de manera proporcional a sus ingresos o según los acuerdos establecidos en el convenio regulador. Es importante establecer una comunicación abierta y clara entre los padres para determinar cómo se manejarán estos gastos y cómo se tomarán las decisiones relacionadas con ellos.

 Es recomendable establecer un proceso para la aprobación mutua de los gastos extraordinarios, lo cual puede incluir la presentación de facturas o presupuestos para su revisión y acuerdo conjunto antes de realizar el pago, que podrá reflejarse también en el convenio regulador.  Esto garantiza que ambos padres estén involucrados en la toma de decisiones y evitar conflictos o malentendidos en el futuro.

 

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